Para el Año 2050 se prevé que dos tercios de la población mundial vivan entorno a grandes concentraciones urbanas. Este hecho supondrá la necesidad de acometer nuevas estrategias o optimizar las ya existentes en materias clave como la gestión de residuos, la movilidad, la gestión de los recursos hídricos, la salud pública, los espacios, o el consumo energético, además del control de la conflictividad asociada a este tipo de situaciones de concentración poblacional. Todos ellas cuestiones de enorme complejidad agravadas por altas tasas de crecimiento de la población urbana.
En datos de naciones unidas, las ciudades representan entre el 60 y el 80 por ciento del consumo energético lo que vine e a suponer algo más del 70 por ciento de las emisiones de carbono que están provocando el calentamiento global. A su vez, la acumulación poblacional urbana está trayendo consigo bolsas de pobreza y marginalidad. Casi mil millones de personas se encuentran en esta situación y el número no deja de crecer(La covid19 está suponiendo una aceleración de esta pobreza en incluso en estratos antes menos necesitados).
Un enorme paradoja si tenemos en cuenta que el 70 por ciento del PIB global lo generan las grandes urbes. Lo que viene a confirmar la tremenda desigualdad que genera nuestro modelo económico y social.
Este crecimiento desorbitado y en muchas ocasiones descontrolado de las ciudades agrava situaciones de infraestructuras inadecuadas como comunicaciones, agua y saneamientos, trasportes o la gestión de residuos que traen consigo el empeoramiento de la contaminación y por ende de las condiciones de vida de los ciudadanos.
Esta conflictividad asociada a este fenómeno de crecimiento urbano trae consigo además una falta de seguridad muy asociada a muchas de estas grandes urbes.
Todas estas cuestiones enmascaran sin duda el problema de la falta de una verdadera planeación de la ciudad y su entorno. Una administración de la urbanización y la trasformación del suelo que ponga el énfasis en un modelo de ciudad equitativa, justa, inclusiva, en definitiva, sostenible económica social y ambientalmente.
El crecimiento urbano debe siempre verse influido por el respeto por la naturaleza y el entorno. Los imperativos de descarbonización del modelo económico deben ponerse sobre la mesa como uno de las cuestiones capitales en la trasformación de las ciudades hacia un modelo adaptado a las necesidades que señalan la situación climática y social del planeta.
Es importante puntualizar que existe una gran diferencia, que necesariamente hemos de observar, entre ciudades o urbes de los países desarrollados y las ciudades y el futuro crecimiento de las urbes de países pobres o en desarrollo. Tal y como la propia Naciones Unidas declara, “en el futuro 9 de cada diez mega ciudades se encontrarán en países en desarrollo”. Habremos entonces atender a las especiales necesidades de estos países y sus núcleos poblacionales. Debemos proporcionar el apoyo necesario para que este crecimiento de sus ciudades sea resiliente y suponga un avance económico y social que haga salir de esa situación de pobreza, conflictos y desigualdad en que se ven inmersas muchas grandes urbes de los países en desarrollo.
La gobernanza multinivel, desde los entes locales(incluyendo las asociaciones vecinales y comunitarias), pasando por gobiernos de comunidades, países, e instituciones o entes supranacionales han de poner el foco en una gestión urbana que, configurada desde los postulados de descentralización, impulse el poder trasformador de la propia sociedad civil para construir ciudades adaptadas a las necesidades que reivindican los ciudadanos. Para ello serán claves las alianzas para alcanzar estos objetivos sociales. Alianzas entre autoridades y asociaciones vecinales o comunidades. Además de estas alianzas es necesario un sistema de financiación de las ciudades. Un sistema equitativo que sostenga el crecimiento de las mismas en cuestiones ya mencionadas de infraestructuras y servicios.
Este modelo de gobernanza ha de promover políticas urbanas sostenibles planificando el espacio de manera que, tal y como lo define el propio ODS 11, “optimicen la densidad, la conectividad y la diversidad”. Las grandes urbes concentran grandes bolsas de marginalidad y pobreza agravadas constantemente por el aumento de población migrante que acrece a estas zonas. Tan y como lo expresa el ODS 11; “Mejorar la seguridad y la sostenibilidad de las ciudades implica garantizar el acceso a viviendas seguras y asequibles y el mejoramiento de los asentamientos marginales. También incluye realizar inversiones en transporte público, crear áreas públicas verdes y mejorar la planificación y gestión urbana de manera que sea participativa e inclusiva”.
De esta declaración podemos extrapolar cuantas y cuáles son las prioridades fundamentales en la planeación y la ejecución de la agenda urbana del futuro:
- – Es necesario en primer lugar, un modelo de planeación urbana sostenible, una planeación basada en una nueva agenda urbana multisectorial abordando preocupaciones globales como el cambio climático, la igualdad de genero o los movimientos migratorios. Tal y como lo expresa la conferencia Habitat III de Naciones unidas, “Una ciudad que planea busca integrar el uso del suelo, el empleo, la educación, la infraestructura, la cultura y los recursos naturales”. […] Una ciudad que planea no sólo proyecta el futuro desde las tendencias pasadas, sino que también atrae a los sectores público, privado y de terceros, junto con las comunidades, para construir un futuro privilegiado colectivamente”.
- – Ante el imparable avance del cambio climático y sus consecuencias, es necesario adaptar las ciudades a los cambios del clima y los desastres que este hecho llevará aparejados tratando de proteger las personas y comunidades más vulnerables y reducir las pérdidas económicas directas provocadas por estos desastres
- – Sin duda, y ante el crecimiento de la población urbana tanto en los países desarrollados como en desarrollo, debido a desplazamientos migratorios, es fundamental asegurar el acceso a una vivienda digna con servicios básicos, seguros y asequibles bajo un planeamiento urbano que evite la creación de barrios y bolsas de marginalidad.
- – Planeamiento de una movilidad sostenible. El trasporte público asequible, seguro y accesible a todos los colectivos y necesidades. Un trasporte no contaminante que acerque la ciudad a todos los ciudadanos.
- – Es absolutamente necesario un plan estratégico, en cualquier planeamiento presente y futuro, que aborde el problema de los residuos(desechos municipales) y la calidad del aire de las ciudades.
- – La planeación de la ciudades debe tener en cuenta en todo momento la interactuación con el medio natural, con el entorno o los espacios verdes reservados dentro de la ciudad. Es imperativo que exista un planeamiento que ponga los entornos urbanos y el medio natural al mismo nivel. Hemos de considerar estos espacios un derecho del ciudadano. Proporcionar acceso universal a zonas verdes y espacios públicos seguros, inclusivos y accesibles.
- – El vínculo entre las políticas de planeación y de desarrollo económico para las ciudades, debe ser integrado en todos los niveles de gobierno. La cuestión de la financiación de la ciudad ha de acometerse a través de asociaciones público-privadas, impuestos locales y derechos de uso sobre el suelo.
- – Por último las grandes ciudades son y serán grandes polos económicos. Esto hace que tengamos que planear abordando la conexión de las ciudades, de sus centros urbanos con las zonas periurbanas y rurales fortaleciendo la interrelación entre estas zonas a nivel económico, social y ambiental para lograr un desarrollo sostenible de todas ellas.
En definitiva las ciudades del futuro han de planificarse afrontando los retos económicos, sociales y ambientales que la nueva agenda urbana debe acometer. En palabras de la ONU:
“La nueva agenda urbana debe promover las ciudades sostenibles y otros asentamientos humanos que sean ambientalmente sustentables y resilientes; socialmente incluyentes, seguros y libres de violencia; económicamente productivos y mejor vinculados, que contribuyan a la transformación rural duradera. Tal visión deberá estar totalmente alineada con la Agenda para el Desarrollo Sostenible 2030, principalmente en el Objetivo 11: hacer que las ciudades y los asentamientos humanos sean incluyentes, seguros, resilientes y sostenibles”.