Un cambio de modelo
El pasado 29 de Julio superamos el consumo de recursos de todo el planeta. O lo que es lo mismo, los humanos hemos terminado con la capacidad del planeta de regenerar los recursos y lo hemos hecho un mes antes de lo que lo hicimos el pasado año. La Sobrecapacidad de la Tierra varía cada año y se calcula tras comparar la demanda anual de recursos naturales con la capacidad que realmente tiene la Tierra para regenerarlos. En este sentido la sociedad mundial, como en tantas otras cosas tampoco es igualitaria, existiendo enormes diferencias entre países ricos y pobres.
En la actualidad la media mundial está en 1.75 planetas consumidos al año. La media europea se sitúa en 2.78 planetas más o menos lo que despilfarra España unos dos planetas y medio. A la cabeza países como EE.UU que lidera el ranking, consume por persona anualmente el equivalente a 5 planetas o Qatar que consume anualmente el equivalente a 4,8 planetas para satisfacer su consumo de recursos siendo uno de los países más pequeños del planeta.
Con este mapa de consumo de recursos, consecuencia del modelo neoliberal de mercado, donde el crecimiento a cualquier precio y el fetichismo de la mercancía son valores sociales amparados y promocionados subliminalmente por los núcleos de poder. Se nos presenta así, un futuro nada esperanzador para lograr la sostenibilidad del sistema que nos conduzca a la ansiada transición ecológica socialmente justa.
En este camino la valorización y posterior aprovechamiento de los residuos para re-introducirlos de nuevo en el ciclo del vida, se antoja fundamental para disminuir la huella ecológica, la presión, ya mucho más que insostenible, que ejercemos sobre el planeta y sus recursos.
Según la U.E
“La basura que recogen los basureros suma entre el 7 % y el 10 % de los residuos totales generados en la UE. Cada europeo produce de media unos 500 kilos al año. Solo un 40 % de eso se reutiliza o recicla. Nuestra legislación obliga a que en 2020, la mitad de los residuos municipales sean reutilizados o reciclados. En 2025, esta cifra debe ser del 55 %; en 2030, del 60 %; y en 2035, del 65 %. En cuanto a los envases, en 2025 el 65 % de los residuos de envases tendrán que ser reciclados, y el 70 % en 2030. También se comenzará a recoger selectivamente ciertos tipos de residuos: los residuos domésticos considerados peligrosos, en 2022; los residuos biológicos, en 2023; y los textiles en 2025.”
En España según el Eurostat los datos de 2017 arrojan una cifra que para la U.E es alarmante. Únicamente se recicló el 33% de los residuos urbanos lejos del objetivo del 50% de la U.E para 2020, fecha para la que España debiera aumentar en 17 puntos su tasa de reciclaje. Por comunidades únicamente tres cumplieron con los objetivos según el ministerio de transición ecológica. Navarra, Catalunya y La Rioja) superando la meta de reciclaje y cinco (País Vasco, Islas Baleares, Galicia, Catalunya y Cantabria) vertían menos del 35%. A la cola Madrid, no Llegando al 20%. (Datos de 2016).
Con este escenario un cambio de modelo se antoja difícil pero absolutamente necesario. Hemos de conducir el sistema hacia un modelo de economía circular, de valorización de residuos, de reciclaje y re-utilización en definitiva. Tenemos las herramientas, el ecodiseño, una metodología de diseño y fabricación que contemplando los impactos ambientales del producto final trata de minimizar el coste ecológico de estos, con entre otros, el reciclaje y la re-utilización como medio para reducir la huella ecológica del producto en todo el ciclo de vida.
Sin duda el objetivos en este sentido van en dos direcciones:
· Reducir el consumo de recursos, de materias primas que agotan la tasa de renovación del planeta.
· Trasformar la gran mayoría de los residuos generados en materias primas valorizables y re-incorporables a la cadena productiva.
Estos objetivos tienen dos escenarios fundamentales, uno público donde desde las instituciones y gobiernos han de traccionar y responsabilizarse de dirigirnos con sus políticas hacia un modelo económico y de consumo que ponga el acento en un desarrollo sostenible basado en instrumentos como el ecodiseño en la industria o políticas basadas en los postulados de la economía circular como modelo.
Por otro lado hemos de apelar a nuestra propia responsabilidad y compromiso con la sociedad y el planeta en el que habitamos para que nuestro consumo, nuestro estilo de vida se adapte en lo posible a un modo de vida sostenible.
Este es modelo por el que abogamos en Ekohunters y que plasmamos de manera explicita en nuestro sello Eko de calidad auto-declarativo, cuando entre otros parámetros, abogamos por una selección de materias primas para los productos comercializados basada en los principios de reciclaje y re-utilización como base para su fabricación. Muchos de nuestros diseñadores están alineados con estos dos conceptos.
En definitiva se trata de optimizar al máximo y en la medida de nuestras posibilidades y nuestra tecnología, el consumo de recursos procedentes de la valorización de los desechos de nuestro consumo. Sin lugar a dudas una necesidad, dada la mochila ecológica que arrastra nuestro planeta, debido a nuestro modelo de vida, que como ya hemos mencionado al principio de este artículo está condenando al planeta y a sus habitantes presentes y futuros a un destino muy incierto.