Sostenibilidad y justicia social.
– Es innegable que la emergencia climática de la que hablábamos desde hace algún tiempo, en algunos lugares del planeta ya se está tornando en colapso climático. Derretimiento de los polos, pérdida de los glaciares, subida del nivel del mar, deforestación y perdida de ecosistemas terrestres y marítimos […] y podríamos seguir enumerando catástrofes. A ello hay que sumar las consecuencias para el ser humano derivadas de este agotamiento de recursos y los conflictos que se generan como consecuencia y que abocan a muchas personas migrar a otros lugares con las consiguientes disputas geopolíticos y sociales que llevan estas situaciones aparejadas.
– Sin duda, este escenario lo hemos generado nosotros, los humanos, a partir de un modelo económico y de desarrollo basado en un crecimiento y un consumo exponencial derivado de un a explotación de recursos entre imposible e insostenible.
A consecuencia de esta situación y con el objetivo de tratar de poner luz sobre las soluciones necesarias para paliar en la medida de lo posible esta implosión social planetaria ha surgido del trabajo conjunto y el compromiso de los países miembros de naciones unidas, la agenda 2030. Un “plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia”. Sin embargo como hemos visto recientemente en la Conferencia de las Partes de Madrid(COP25), parece que estamos retrocediendo en cuanto a los compromisos que requiere el planeta y su sociedad y que instrumentos como la agenda 2030 son sólo gestos y no verdaderas acciones.
Esta agenda tiene como eje vertebrador 17 objetivos cuya finalidad fundamental es implementar una verdadera agenda de desarrollo sostenible. Los objetivo de desarrollo sostenible abarcan 169 metas cuya hoja de ruta cubrirá los próximos 15 años. Su verdadera implementación y desarrollo dependerá del verdadero compromiso que la gobernanza internacional adquiera y de la movilización social que conlleve. Hemos de exigir a nuestros políticos acciones claras e inequívocas a favor de la justicia social y la salvaguarda del planeta y sus recursos.
– El futuro de la sociedad mundial no puede estar en manos de personas o países que por un mal entendido concepto de la soberanía, o el egoísmo de un sistema económico que beneficia a unos pocos en perjuicio de la mayoría, pongan en peligro la adopción de las medidas necesarias para la superación de esta situación límite a la que nos están abocando a nosotros, pero especialmente a las siguientes generaciones que tendrán que lidiar con un planeta y una sociedad en constante conflicto por los recursos en un planeta esquilmado.
– Estos objetivos tienen su fundamento en tres pilares que marcan los campos de actuación para lograr un desarrollo sostenible; el económico, el social y el ambiental. Este desarrollo se ha de contar no sólo con la gobernanza para su implementación sino que incluye a la sociedad civil y a la iniciativa privada como dos de los ejes vertebradores principales. Aquí es donde Ekohunters como iniciativa privada e innovadora trata de incidir para lograr, a través de sus propuestas de Economía circular y Ecodiseño, transformar el modelo de fabricar y consumir para lograr la tan ansiada sostenibilidad.
– La agenda pone de relieve las necesidades que hoy en día son necesarias para que la justicia social, la protección del planeta, su diversidad y sus recursos puedan ser garantizados generación tras generación
– Tal y como la propia Asamblea General de Naciones Unidas manifiesta:
«Estamos resueltos a poner fin a la pobreza y el hambre en todo el mundo de aquí a 2030, a combatir las desigualdades dentro de los países y entre ellos, a construir sociedades pacíficas, justas e inclusivas, a proteger los derechos humanos y promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, y a garantizar una protección duradera del planeta y sus recursos naturales”, señalaron los Estados en la resolución.»
– La realidad reciente manifiesta a las claras que no podemos confiar en que nuestros gobernantes tengan entre sus prioridades implementar una agenda de gobierno nacional e internacional que pase por algo más que intereses económicos desconectados de un verdadero crecimiento sostenible. De ello se hace eco la agenda también poniendo al ciudadano y a la iniciativa privada como un actor más en la transformación social necesaria. Hagamos desde nuestros pequeños gestos diarios, en nuestro consumo, en nuestra movilidad, en nuestra gestión energética, en nuestro compromiso con las personas, por la igualdad, en definitiva en nuestra responsabilidad por un planeta y una sociedad más justa, inclusiva y sostenible nuestro objetivo 2030. Si no lo hacemos los ciudadanos, si no marcamos el camino, no esperemos que de otras instancias cuyos intereses circulan por otros réditos vayan a hacerlo.
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