Empoderar a las mujeres en pos de la igualdad en las condiciones de vida entre ambos sexos es un derecho, una obligación y una necesidad para lograr una sociedad mas justa y sostenible.
A pesar de esta verdad y de la justicia que hay detrás del argumento, la igualdad de genero sigue siendo hoy en día, incluso en los países más avanzados en los derechos sociales, un verdadero reto para la sociedad. Las mujeres siguen sufriendo la discriminación en todos los ámbitos siendo desplazadas a roles tradicionales del cuidado familiar en un claro modelo patriarcal, o discriminadas en el campo laboral por poner dos ejemplos.
Es un obviedad, e incluso obsceno a estas alturas decir que el cambio, la revolución social está siendo ya el impulsado por las mujeres. El orden social se trasforma y hemos de fomentar ese empoderamiento, como un instrumento más que fortalezca a una sociedad más justa y que camine hacia un modelo desfeminizado de los roles familiares clásicos, empoderando a las mujeres desde la igualdad entre géneros.
“La causa de la mujer es la del hombre: los dos se levantan o sucumben juntos”.
Alfred Tennyson, poeta ingles.
Sin embargo los prejuicios sociales, apoyados en muchos casos en costumbres arraigadas durante decenios, tradiciones o simplemente sesgos de tipo intelectual y la falta de legislaciones claras que no discriminen por genero, nos dejan una situación que en muchos lugares dificulta el acceso de las mujeres a la educación, que posean propiedades, abran cuentas bancarias, encuentren empleo o lo encuentren en igualdad de condiciones respecto a los hombres.
Todas estas circunstancias se ven agravadas cuando la gobernanza no es, o es excesivamente laxa en la aplicación de normativas que acaben con la diferenciación de género. Esta circunstancia produce además que en muchas ocasiones esta discriminación se lleve a cabo a pesar de la existencia de leyes puesto que se da el hecho de que existe una clara diferencia entre la ley y su cumplimiento.
África, Latinoamérica, los países árabes, La India y la región del sudeste asiático representan gran parte de los lugares donde los roles de la mujer, su libertad para crecer y desarrollarse con libertad y en igualdad de condiciones frente a los hombres está aún muy lejos de los objetivos de igualdad de género deseables. A esto hay que unir que en todos estos lugares la violencia contra las mujeres y la impunidad con que los hombres creen que pueden actuar contra ellas es absolutamente intolerable. Además las zonas donde existen conflictos armados son especialmente reseñables en lo que a la violencia contra las mujeres se refiere siendo en estas circunstancias abusadas, esclavizadas, explotadas…
No están, ni estamos tampoco libres los países, supuestamente del primer mundo, donde la desigualdad obedece a circunstancias diferentes pero igualmente hirientes en términos de igualdad. La desigualdad en las condiciones laborales o la desigual en el reparto de cargas familiares además de la lacra de la violencia de genero, muy arraigadas socialmente a pesar de vanos intentos políticos que obedecen más a el típico maquillaje político que a un verdadero intento de acabar con el problema. Cierto es que el componente de responsabilidad social y compromiso que cada uno de nosotros, especialmente los hombres, hemos de tener ante este tema es capital para poder avanzar en la igualdad. Pero ha de manifestarse la clase política de manera firme y decidida y especialmente sin discrepancias que pongan en riesgo un verdadero avance por la igualdad de genero.
Pero ¿en qué debe traducirse este empoderamiento?¿Cómo cumplir con este ODS Nº5? – Dos terceras partes de las personas que no saben leer ni escribir en el mundo son mujeres. La educación es por tanto la primera llave para lograr este empoderamiento y alcanzar la igualdad. Una educación que permita a las mujeres incorporarse al mundo laboral con garantías y les abra la puerta a su libertad económica y por tanto a su autonomía. La educación es también un instrumento para formar en cuestiones de género, durante las primeras etapas especialmente, fraguando de esta manera una idea de igualdad de genero tanto en hombres como en mujeres que desemboque en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.
“Hasta que no tengamos igualdad en educación, no tendremos una sociedad igualitaria”.
Sonia Sotomayor, jueza estadounidense.
A partir de aquí con esta premisa educativa como punto de partida, la sociedad entera debe tener la responsabilidad y el compromiso de luchar por la igualdad en todos sus frentes. Acabar con la violencia contra las mujeres, garantizando una atención médica adecuada en lo que respecta a la salud sexual y durante el embarazo. El reparto de las cargas familiares entre ambos sexos y por supuesto romper con la brecha de género en una cuestión clave como es la discriminación laboral. Son algunos de los pilares fundamentales que ponen los cimientos para la construcción de una sociedad justa, igualitaria y sostenible.
No es posible construir una sociedad y un planeta bajo las premisas de sostenibilidad, justicia e igualdad sin abordar la cuestión de genero como uno de los ejes centrales de la trasformación social que requiere un modelo social sostenible.
“La igualdad de género es más que un objetivo en sí mismo. Es una condición previa para afrontar el reto de reducir la pobreza, promover el desarrollo sostenible y la construcción de un buen gobierno”
Kofi Annan, ex secretario de la ONU.