La obsolescencia del Planeta
La sociedad del bienestar y en general esta era del progreso que vive el planeta se está caracterizando desde hace décadas por un consumo desmedido de recursos. La sociedad mundial está gastando y consumiendo de forma absolutamente acelerada e insostenible los recursos, concretamente 1,7 veces más rápido de lo que los ecosistemas del planeta pueden regenerarlos.
Sirva a modo de ejemplo que con el estilo de vida de algunos países se necesitaría varías veces los recursos totales de la tierra para abastecer a sus habitantes año a año. EE.UU encabeza este ranking con 5 veces la capacidad de la tierra, Australia más de cuatro, Rusia y Alemania tres, o Reino Unido, Francia, España o Italia con más de dos veces según el Global Footprint network.
Hemos Adoptado un modo de vida en el que el consumo lleva aparejado una obsolescencia de los productos consumidos absolutamente insostenible. Un consumo sujeto a modas, un consumo basado en fabricar para tirar, que genera grandes cantidades de residuos que no se recuperan con el consiguiente despilfarro de recursos naturales.
Según la Wikipedia la Obsolescencia programada es la determinación o programación del fin de la vida útil de un producto, de modo que, tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño del mismo, este se torne obsoleto, no funcional, inútil. Un modelo, “comprar, tirar, comprar” que sutilmente ha calado en la población y que nos obliga a entrar en un ciclo sin fin de consumo y desperdicio.
La obsolescencia programada surge en los años treinta, durante los años de la gran depresión y el modelo de producción en masa, como modo de fomentar el consumo. Durante la segunda mitad de siglo este patrón caló en la mentalidad de la sociedad mundial que comenzó a considerar algo obsoleto simplemente por moda. Este es el modelo actual. El motor secreto de nuestra sociedad de consumo. Un artículo que no se estropea con cierta regularidad es una tragedia para los negocios. La economía del “modelo anual”.
Este modelo cuyo objetivo es asegurar una compra reiterativa a partir de diseñar y fabricar productos con una corta vida útil sería un problema a medias si no fuera por el hecho de que el destino en su ciclo final de vida de estos mismos productos, es su desecho. A este factor debemos de unir que hemos construido un modelo de consumo en el que prima el “hiperconsumo”, el “fetichismo de la mercancía”. Si no es nuevo, si no es el último modelo, si no estreno, en definitiva si no consumo, en muchas ocasiones antes de lo necesario, el modelo no funciona. Pero la realidad es que ese consumo está basado en una obsolescencia de producto ficticia creada para sostener el modelo económico de crecimiento ilimitado, un modelo absolutamente insostenible tanto desde el punto de vista de los recursos disponibles, como social y medio ambiental.
“Quien crea que un crecimiento ilimitado es compatible con un planeta limitado o está loco o es economista.”
Serge Latouche.
Profesor emérito de economía
Universidad de París.
Pero este problema no es únicamente responsabilidad del consumidor y sus hábitos, sino que las empresas, las grandes corporaciones, nos han convencido de que este es el camino y lo más grave de todo es que las políticas, en definitiva las legislaciones participan de este modelo y lo protegen. No se concibe un modelo de fabricación, un modelo económico, bajo la perspectiva de los recursos finitos. Se concibe como una perspectiva de abundancia, en realidad de falsa abundancia. La rentabilidad a cualquier precio.
“Nuestro papel parece limitarse a pedir créditos y a comprar cosas que no necesitamos.”
John Thackara.
Diseñador y filósofo.
A pesar de todo, existen voces, incluso desde la propia gobernanza, que están poniendo ya la atención sobre esta cuestión. Gobiernos como el de Extremadura, aquí en España, abogan por la “alargascencia” como modelo, a través de una Propuesta de Ley del Estatuto de los Consumidores, que pretende establecer la prohibición de la obsolescencia programada, entendida como “el conjunto de técnicas por las que las empresas pretenden reducir deliberadamente la vida útil de un bien para aumentar la tasa de sustitución”.
Pero el texto de ley no se queda únicamente en una cuestión de prohibición si no que además aboga por imponer a las empresas la obligatoriedad del servicio de reparación y mejora de la calidad y sostenibilidad de sus productos, asegurando además un sistema que garantice una duración de vida mínima de los productos y ampliar las garantías.
Francia ha sido también uno de los países en tipificar como delito estas prácticas con penas que van desde grandes sumas dinerarias hasta incluso penas de cárcel.
La Economía Circular como solución.
Crear productos; fáciles de reparar, de reciclar y con materiales reutilizables. Un Modelo que propone la reducción de residuos, reduciendo a su vez el consumo de materias primas. El objetivo por tanto de esta estrategia es reducir tanto la entrada de materias primas como la producción de desechos vírgenes, cerrando los flujos económicos y ecológicos de los recursos. En este modelo se ha implicado especialmente Suecia que trata de inspirar cambios que pongan en cuestión el modelo actual de producción y consumo para encaminarlo hacia uno más ambiental social y económicamente sostenible, que ayude a los consumidores a tomar decisiones climáticamente inteligentes.
Para ello la esta estrategia pone el foco entre otras, en cuestiones como:
• Dar a conocer el impacto ambiental del consumo.
• Difundir ejemplos de buenas prácticas de consumo.(Creación de un foro)
• Eco-etiquetado más efectivo.
• Bienes de mayor duración.
• Fomentar la reutilización.
• Fomento de la “economía de intercambio”.
Se trata de inspirar el cambio de consumo, el cambio de modelo económico y encaminarnos hacia a una economía colaboratíva de optimización de los recursos.
El compromiso social con el cambio de modelo de consumo.
Hemos de adoptar una mentalidad de decrecimiento. Hemos de abandonar la lógica del exceso. Reducir la huella ecológica, el despilfarro, la sobreproducción y el sobre consumo. Los problemas ambientales y los desafíos climáticos que afrontamos van intrínsecamente unidos a nuestro consumo privado. Para reducir el impacto negativo del consumo sobre el clima y el medio ambiente, debemos cambiar el modo en qué consumimos.
Necesitamos afrontar una transición desde una economía consistente en un consumo brutal de recursos y que se impulsa a través de los combustibles fósiles hacia una economía neutra en carbono que se fundamente en la utilización de materiales sostenibles y que se alimente de energías renovables.
Debemos de adoptar el cambio todos y cada uno de nosotros. Nuestro compromiso y nuestra responsabilidad con el futuro del planeta, de las siguientes generaciones, con la sostenibilidad en definitiva, es la única solución posible.
El mundo es suficientemente grande para satisfacer las necesidades de todos pero siempre será demasiado pequeño para la avaricia de algunos.
-Ghandi.